¿Son las fuerzas armadas las que sustentan la posición de Estados Unidos como poder hegemónico? (Primera Parte)

Soldados Americanos

Por más que trates...

Ayer se conmemoró el aniversario de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Como es típico en esta época del año, fue un día bellísimo en Nueva York, de cielos azules como el océano y de brisas frescas que mecían los árboles cargados de hojas. En un acto oficial que se celebró en el terreno donde se erguían las torres gemelas, familiares y amigos leyeron en voz alta los nombres de cada una de las 2752 víctimas. El poder civil fue el protagonista del día: los rostros de los de los fallecidos, las sonrisas de sus huérfanos, las consignas de los que manifestaban a favor o en contra de la construcción de un centro islámico en la vecindad llenaron el ambiente de esa indisciplina y diversidad que hace al país tan atractivo para tantos extranjeros como yo. Pero al margen de esta reunión civil también se movía y se sentía una presencia militar importante, aunque también benigna. Soldados condecorados recorrieron el sitio, recibiendo el amable y silencioso cariño de las multitudes. Más tarde, se desperdigaron por la ciudad, atiborrando los bares irlandeses para tomarse unas cervezas con sus compañeros antes de volver a sus cuarteles y a sus navíos. Por ahora todo bien, pero la realidad es más amplia y menos decorosa. 

Lejos del acto en Nueva York, el poder militar estadounidense se convierte en el protagonista del día y levanta sus talones sobre el planeta. Han sido nueve años de guerra ininterrumpida. Centenares de miles de soldados americanos están activos en todo el mundo, combaten en Afganistán, vigilan fronteras en cada continente, y están incrustados en la vida cotidiana de decenas y decenas de países, desde Colombia hasta Corea del Sur. Esta presencia militar constante y entrometida genera resentimientos, y no pocos son lo que asumen que es este poder armado el que sustenta y del que depende la hegemonía cultural, económica y política de los Estados Unidos en el planeta. Yo no creo que esto sea así, y déjenme explicar por qué. 

Personalmente a mí nunca me ha atraído el orden marcial. Reconozco no haber experimentado nunca una guerra, y que mis lecturas de adolescente de novelas satíricas como Catch 22 y Las aventuras del buen soldado Svejk hicieron mucho para forjar mi postura al respecto. Sé del horror que desatan los ejércitos: la muerte de civiles y de inocentes, las hambrunas, las vejaciones, y la destrucción indiscriminada. Pero creo que la fuerza militar por sí misma, en nuestro orden actual, es como de elefante en cristalería: torpe, costosa, e inútil.  Especialmente la fuerza militar americana.  

George Washington

Como general algo incompetente

Desde su formación el ejército estadounidense ha sembrado más fracasos que victorias. Cuando el congreso americano le dio a Washington el mando del ejército continental, se esperaba que esta nueva fuerza pronto expulsaría a los británicos del país que apenas nacía. En cambio, Washington fue de una derrota a otra, siempre enfrentado al bando enemigo, pero en la mayoría de las ocasiones huyendo de éste. Si bien el valor y la probitud moral de Washington no era discutida por nadie (hasta en Londres, durante la guerra, se escribían editoriales en los periódicos alabando la majestad y excelencia del líder americano), sus dotes como líder militar eran dudosas.  A Washington  lo salvaron los Franceses, que desde el principio de la revolución le prestaron apoyo material, logístico y estratégico al nuevo país. La independencia estadounidense fue sellada en Yorktown por una victoria contundente del ejército continental sobre las fuerzas británicas. Esta batalla fue nominalmente dirigida por Washington, aunque en realidad el Conde de Rochambeau, enviado especial del rey de Francia, era el que tomaba las decisiones.  

El siglo XIX trajo mejor fortuna. Las victorias americanas sobre el Reino Unido, México y las naciones indígenas bajo la doctrina del Destino Manifiesto contribuyeron a que el país se lanzara en aventuras imperalistas de las que estaban de moda en aquella época. De cualquier manera, y a pesar de la doctrina Monroe, los americanos perdieron el juego imperalista en su propio vencindario. La ausencia de poder naval los hizo impotentes ante la conquista de Guyana, Ruatán, y México por potencias europeas. Retrasados en el juego, los americanos desarrollaron una fuerza marítima importante para principios del siglo XX (la segunda más importante del mundo despues de la británica), lo que contribuyó a la derrota Española en la guerra que puso fin a aquel imperio y que le supusieron colonias importantes a los estadounidenses en el Pacífico y el Caribe.  

Pero el colonialismo americano siempre fue incómodo. La constitución le hizo la zancadilla a los intereses imperiales desde el principio. La corte suprema de justicia dictaminó en 1857 la ilegalidad de establecer colonias fuera del país (de hecho, en 1869 la República Dominicana votó por incorporarse a los Estados Unidos, pero el congreso americano negó la solicitud). Ciudadanos de todas las estirpes se opusieron a las aventuras extranjeras, notablemente Mark Twain, que estableció la liga anti-imperialista. Sin la autoridad para suprimir las opiniones contrarias ni de dictar política por decreto, el estado americano retrocedió. Las colonias estadounidenses se hicieron insostenibles por la contradicción que significaba el mantenimiento de colonias por la democracia liberal más importante en un mundo que se movilizaba hacia la guerra total. Al final Estados Unidos se quedó con Guam y con otras dependencias menores, pero la época del explícito imperialismo americano terminó a principios del siglo XX. Esto no supuso el ocaso militar de la nueva potencia, por el contrario. 

El costo de Iwo Jima

La victoria de Iwo Jima costó demasiado

Las guerras mundiales convirtieron a Estados Unidos en una superpotencia. Sus victorias de entonces son incontestables, aunque no tan contundentes como muchos americanos quieren creer. Cuando Estados Unidos entró a la guerra con Japón, su ejército era mínimo y mal equipado. Las primeras batallas en el Pacífico fueron luchadas con fusiles antiguos y maquinaria oxidada, pero pronto el país readecuó el parque industrial y se convirtió en una enorme fábrica de armamento. El ejército se movilizó, y el país, protegido por dos enormes océanos, pudo pelear una guerra prácticamente sin riesgo de ser atacado directamente. A pesar de la increíble incompetencia militar de Stalin, el ejército Nazi fue derrotado en la Unión Soviética, lo que le facilitó las cosas a nuestro protagonista. En el teatro del Pacífico, el avance fue rápido y claro, pero en el umbral de las islas-hogar japonesas, los americanos se dieron cuenta de que una victoria convencional allí supondría demasiadas pérdidas, así que le hicieron un corto circuito a la situación arrojando dos bombas atómicas para terminar el conflicto.  

Habiendo salido victorioso e ileso de la hecatombe, Estados Unidos reordenó el mundo occidental bajo una nueva doctrina que se basaba en la integridad territorial de cada país y en la creación de instituciones internacionales para solucionar conflictos. El establecimiento de las Naciones Unidas supuso el comienzo del fin del imperialismo como política posible, y las naciones de occidente, lideradas por los Estados Unidos se dedicaron a contener lo que ellos veían como la amenaza soviética.  

En el verano de 1945 Estados Unidos prometía un futuro de justicia internacional, respeto a los derechos humanos y desarrollo económico sostenido. Pero pasaron otras cosas, y al país que se le veía en ese momento como un paladín de la humanidad, pronto se le vio actuar de forma sospechosa y desequilibrada. El águila apenas erguía sus alas sobre el planeta, y para millones y millones de seres humanos el paladín se convirtió en villano, usando su enorme fuerza militar para ejercer un poder hegemónico sobre el mundo.  

Así ven las cosas muchas personas. Yo no las veo así, y me voy a explicar en mi próxima entrega. Hasta entonces!  

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5 respuestas a ¿Son las fuerzas armadas las que sustentan la posición de Estados Unidos como poder hegemónico? (Primera Parte)

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  3. Jose dijo:

    Aquí uno que espera a la segunda entrega para comentar una jugada que de momento promete ser interesante.

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